“El prestigioso nivel académico y la tradición marcan la diferencia de esta facultad”
La universidad vive un momento muy complejo. Así lo entiende el decano de la Facultad de Derecho de la Onubense, Juan Carlos Ferré, que tilda de “nefasto” al Plan Bolonia, al menos, para los estudios jurídicos. Desde su llegada al Decanato, esta es una de sus preocupaciones, además de la falta de vocación, la investigación en el perfil docente y otras tantas que repasa en estas líneas.
Lleva al frente de la Facultad de Derecho de la Onubense desde el pasado mes de abril. ¿Cómo es el proyecto que está desarrollando?
El compromiso es hacer más visible la facultad. Soy muy partidario de traer expertos, celebrar congresos… En definitiva, de darle vida. Es algo que tenemos que potenciar, al igual que ofrecer más servicios a los estudiantes. Tenemos que ofrecerles una dedicación más plena para que ellos, a través de los estudios de Grado y Posgrado, puedan formarse correcta y convenientemente. Por otro lado, hay muchos alumnos que estudian Derecho sin una clara vocación y es algo que no deja de ser un problema para nosotros: las estadísticas no nos ayudan si van dejando la titulación a medio camino porque se dan cuenta de que exige mucho sacrificio y estudio. Por eso, necesitamos potenciar la información previa para no tener abandonos, al igual que los programas Erasmus y las salidas al extranjero de los alumnos. También es una parte importante de nuestro proyecto el Máster de la Abogacía, que ofrece esos conocimientos conjuntos de la perspectiva de la universidad y de la abogacía práctica. A día de hoy está dando excelentes resultados con el aprobado del 100 % de los egresados. Esto marca el compromiso con la calidad que tiene el máster.
¿Qué cree que diferencia a la Facultad de Derecho de otros centros?
Es una facultad con un profesorado bastante prestigioso a nivel académico y el modelo no es nuevo ni sale de la nada, sino que recoge la tradición de una universidad, la de Sevilla, que tiene mucho más tiempo y eso sí que marca la estructura de los estudios de Derecho. Hay facultades que aparecen sin ningún tipo de precedente y se conforman con personas que no han tenido este punto de referencia de una universidad histórica. No puede ser igual. Creo que eso marca la diferencia en relación a otras facultades que no tienen esa tradición en la forma de hacer las cosas.
Respecto al alumnado, ahora hay un circuito andaluz universitario único y tenemos estudiantes de todos sitios. La pluralidad de procedencia siempre es enriquecedora. También es bueno que los estudiantes de Huelva vayan a estudiar a otros sitios, que roten y que intercambien opiniones. En ese contexto, creemos que nuestros alumnos salen bastante bien formados y son competitivos. Con todo el esfuerzo que supone y con resultados comprobables, están accediendo a la carrera fiscal, a la carrera judicial, otros prefieren el funcionariado…
La investigación ha sido una parte importante de su trayectoria. Aunque a priori pueda parecer que es más propia de las ciencias, en el caso de la Universidad de Huelva, ¿qué peso tiene en el ámbito de Derecho?
La investigación es fundamental; sin embargo, para impartir las asignaturas centrales de la carrera de Derecho hay que ser doctor. El Doctorado es un trabajo de investigación serio y se exige porque el docente que investiga multiplica el valor de las clases que imparte. La investigación no solo es provechosa para la ciencia, sino que también lo es para la docencia porque el profesor que investiga debe saber transmutar su perfil científico en el docente.
Lo que pasa es que en estos últimos tiempos la universidad en crisis y desde los órganos del gobierno están potenciando contrataciones de profesores que no son doctores; son, por así decirlo, temporales. Entonces no tienen la preparación adecuada para impartir la asignatura que se les asigna, no tiene un perfil investigador que enriquezca sus clases.
¿Cuál es el perfil del alumno ideal y cuál el perfil real del estudiante de Derecho?
El alumno ideal es el que estudia, que a veces es rara avis. Hay alumnos que estudian, los hay inquietos, que se preguntan cosas… El ideal es el alumno vocacional, el que no tiene problemas en asistir a un seminario fuera de clases o ir a unas conferencias. Obviamente, también tarea del profesor motivarles. Y luego está el que simplemente se examina, toma unos apuntes o compra los que se venden en copistería y los alumnos que copian a través de pinganillos. Es una práctica no muy numerosa, pero se da. Luchamos contra ellos porque genera situaciones tan injustas como que el que lo tiene colocado pueda sacar un examen de 10. Eso hace un daño enorme, para empezar, a sus propios compañeros porque pierden competitivamente. Y también al sistema porque estamos certificando que es un genio en Derecho una persona que no merecería ser estudiante. Estamos luchando contra el fraude, contra el plagio y lo digo como decano con la mayor seriedad. Este tipo de situaciones no se resuelven con un suspenso. Se le abre un expediente administrativo y procuro que se le expulse de la Universidad. Potencio las sanciones por falta de principios y de ética. Mi preocupación es buscar medios para hacer más justas las evaluaciones.
Antes de la crisis, esta y otras carreras como Medicina o Arquitectura tenían buena reputación social por su poco paro, un gran reconocimiento y sus posibilidades de desarrollo profesional. ¿Piensa que la sociedad tiene ahora otra percepción del Derecho?
Creo que las salidas profesionales que pueda tener una titulación son una incógnita. El mercado laboral depende de tantos factores en un país tan inestable como este que, de repente, la salida de Derecho a través de las oposiciones puede ser una salida estable (inspectores de Hacienda y muchos otros). El graduado en Derecho puede tener salidas profesionales diversas. Pero no solo tenemos que mirar las posibilidades en abstracto, sino también el factor humano, si el sujeto concreto tiene capacidad suficiente para ser competente en el ámbito que elija, que no siempre es tan fácil.
Creo que el Derecho es muy versátil en cuanto a salidas profesionales y eso es lo que le beneficia. Lo que le perjudica es que estamos hablando de la cantidad de abogados ejercientes. Hay una relación de la población al abogado tan absurda que no es una profesión fácil y hay gente que fracasa y tiene que hacer cosas completamente diferentes. El problema no es Derecho, sino el mercado de trabajo, que está completamente colapsado.
Sin duda, es una carrera vocacional…
Yo la entiendo así. Incluso triunfando, hay que trabajar muchísimo. Los abogados que viven muy bien y que triunfan no tienen tiempo para muchas cosas. Que nadie piense que es una cuestión de lanzarse y empezar a ganar pleitos. Es muy sacrificado, sobre todo, el ejercicio profesional; seguramente más que aquellos que están por la vía funcionarial, que tienen acotada su responsabilidad, horarios, vacaciones, etc.
Según ha comentado antes, no existe equilibrio entre la necesidad social y la demanda de alumnos que opta por cursar estos estudios…
Hay más egresados de los que demanda la sociedad hoy, lo que es un problema. Las propias universidades limitan el número de accesos o aparecen universidades privadas por todos lados que ofrecen más titulaciones… Es un problema de difícil solución, porque sobran juristas a nivel nacional. Pero eso no tiene que suponer un recorte drástico de la formación universitaria porque es cuestión de reciclaje. Cada generación tiene que tener su número de profesionales para poder transmitir conocimiento.
¿Cómo son las relaciones de la Facultad con el Colegio?
Son extraordinarias y serán siendo así. Yo mismo estoy colegiado como no ejerciente. La receptividad siempre ha sido extraordinaria. Creo que el Colegio ve a la facultad como un espacio más propio y la facultad ve en el Colegio una segunda casa. A través del Máster de la Abogacía hemos podido concretar más esa relación. Tal vez tendríamos que potenciar los seminarios conjuntos y actividades, al margen de lo que son las enseñanzas regladas. Eso siempre nos puede servir para acercarnos más.