“Ser fiscal jefe en Huelva es un paso adelante en mi carrera profesional”
Luis Fernández Arévalo es el fiscal jefe de la Fiscalía Provincial de Huelva desde el pasado mes de octubre. Reacio al estancamiento, considera que en la vida hay que tener horizonte. Por eso, ha dejado atrás su consolidada y prestigiosa carrera como fiscal ligado a la Vigilancia Penitenciaria y a la Extranjería en Sevilla. Ahora, amplía la perspectiva y tiene el reto de vertebrar a los fiscales de la provincia de Huelva en un momento de vorágine legislativa, donde el nivel de exigencia de las competencias aumenta de forma desproporcionada a los recursos.
Acaba de aterrizar usted en Huelva. ¿Cómo se ha encontrado la Fiscalía?
Me he encontrado una Fiscalía en la que conocía a gran parte de los profesionales. A muchos de ellos, por su reconocimiento como fiscales a nivel nacional e incluso internacional; y a otros, por trabajo, dada mi trayectoria ligada principalmente a las especialidades de Vigilancia Penitenciaria y a la de Extranjería en Sevilla. En Huelva hay un grupo de profesionales muy motivados, con capacidad técnica y una Fiscalía, en gran medida, ejemplar.
¿Qué le motivó a ser fiscal jefe en Huelva?
En un momento determinado hay que dar un paso adelante en la carrera profesional. Me he llevado 28 años en Sevilla, sentía que tenía que dar un cambio en mi carrera y buscar nuevos retos profesionales. En su momento estuve trabajando en Tenerife y también en Málaga; y, por consiguiente, no era impedimento salir de mi ciudad natal. La opción de Huelva era muy atractiva y había llegado en un instante en el que personal y profesionalmente me apetecía afrontar este reto.
¿Qué prioridades tiene en su actuación?
Lo primero es sobrevivir con este tsunami legislativo de reformas necesarias, pero que son de difícil asimilación. Una cosa es el dictado de la ley y otra, su implementación real y efectiva. En estas condiciones es un reto para todos los operadores jurídicos, no solo para nosotros, también para los abogados, procuradores y graduados sociales.
¿Cómo es su relación con los abogados?
Para mí, la abogacía no es algo desconocido. Soy nieto e hijo de abogados y marido de abogada. Por consiguiente, el mundo de la abogacía lo conozco muy bien. Ya he tenido conexión con el Colegio de Abogados de Huelva en encuentros institucionales y también en citas con colectivos muy específicos. Ya lo dije el día de mi toma de posesión, las puertas de mi despacho están abiertas para todo el mundo. Todo el que quiera hablar con el fiscal jefe podrá hacerlo, salvo que sea un tema muy concreto que haya que derivar a un fiscal específico.
La Fiscalía es un órgano muy valorado por los ciudadanos, sobre todo a raíz de sus acusaciones en los casos de corrupción. ¿Cree que la ciudadanía tiene un conocimiento del papel verdadero que desempeñan los fiscales en la sociedad?
Yo soy fiscal, pero también ciudadano. La respuesta de la justicia ante los casos de corrupción es importante. No obstante, la justicia no evita la corrupción, porque en el momento en el que se requiere justicia es cuando ya se ha cometido la presunta ilegalidad. Pero esto no quiere decir que no sea necesaria la persecución penal efectiva de la corrupción y de cualquier abuso. En primer lugar, se trata de restablecer la confianza de la sociedad en que el sistema funciona y que acaba por prevalecer el imperio de la Ley; y, en segundo lugar, tiene que producirse un efecto disuasorio, el que lo haga tiene que saber que tendrá que responder por ello y asumir su responsabilidad, afrontando las consecuencias de sus comportamientos infractores de las reglas básicas de convivencia civil. Ese es el reto que tiene la justicia, y los ciudadanos tienen confianza en los fiscales en la medida en que perciban que promueven efectivamente la acción de la justicia.
También se exige más celeridad en los procesos. Me refiero, por ejemplo, a la reciente entrada en vigor de la Reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, donde hay que ser más rápidos… ¿Tiene la Fiscalía de Huelva recursos suficientes?
Cuando una ley presenta una memoria económica en la que dice que no hacen falta gastos, partimos de que el gasto va a ser cero. Pero cuando se multiplican las funciones, las obligaciones y las responsabilidades, el sistema tiene que afrontarlo en esas condiciones de crecimiento presupuestario cero con lo que tiene, con la conciencia de que la respuesta perfecta va a ser muy difícil. Sobre esta base tenemos varios retos, como la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que ha variado bastantes aspectos, como el control de los plazos o el reforzamiento de las garantías de los derechos de las personas investigadas. Estamos en un momento de transformaciones legislativas que imponen un refuerzo mínimo para un incremento de las responsabilidades de todos los operadores jurídicos.
¿Hay fiscales suficientes para todo esto?
Según mis conocimientos, la plantilla no se incrementa desde el año 2010. Los recursos a todas luces se deberían haber aumentado, pero la situación presupuestaria del país es la que es y tenemos que funcionar con lo que tenemos. De todas maneras, la reivindicación de la ampliación es imprescindible sobre todo cuando se multiplican las competencias de los fiscales. Me suscita mucha curiosidad que se pidan instrucciones sumariales más aceleradas cuando los vagones, que son las causas, van a llegar a estaciones (los juicios) respecto a los que no se ponen plazos, con señalamientos penales con dos años vista y, a veces, más.
Por último, acaban de celebrarse las elecciones y la reforma de la Constitución se ha convertido en un tema recurrente. ¿Es esencial?
Lo que yo piense como fiscal carece de importancia, porque soy un mero aplicador de las leyes. Como ciudadano, pienso que las reglas del juego deben cambiar, que la evolución social y económica exigen que el traje se adapte a las nuevas circunstancias. En cualquier caso, es esencial que todos los aspectos del patrón de ese nuevo traje estén consensuados por todos los colectivos políticos y sociales.