El servicio de limpieza se afana a diario por que todo vuelva a la normalidad tras las duras jornadas de funcionamiento de la maquinaria judicial.
Más de 27 años en el Palacio de Justicia dan para mucho. Por ejemplo, para saberse al dedillo los entresijos de un edificio de seis plantas que ni siquiera muchos de sus empleados conocen; o para descubrir una mirada llena de nervios en alguien que se enfrenta a un juicio. “Somos las limpiadoras, pero también informamos a los despistados y consolamos con un poco de agua o una tila a quien peor lo está pasando”, cuenta Cinta Rice, la empleada de la limpieza más veterana de la principal sede judicial de Huelva.
Rice comparte turno de tarde con tres compañeros más, uno de ellos su hermano Francisco, que lleva el mismo tiempo que ella trabajando en el Palacio. También con Rocío Suárez y Mari Carmen García. “Ya somos como una familia, porque pasamos más horas aquí que en casa”, cuenta.
A Cinta Rice le gusta decir que ellas son “los duendes del Palacio de Justicia”. Llegan cuando ya apenas queda nadie en el edificio y se marchan de noche, a eso de las 21.30 horas, con los pasillos brillando, las mesas relucientes y los juzgados, despachos y salas de vistas ya preparadas para la ‘batalla’ del día siguiente. “Cuando los funcionarios llegan por la mañana, todo tiene que estar perfecto”, asegura.
En estos años le ha dado tiempo a ver de todo y a convivir con muchas realidades. Desde el nacimiento de los juicios con jurado hasta los casos más dramáticos, como los de la secta de Mazagón, el de Ana María Jerez, el de Mari Luz o el actual sobre el crimen de Almonte, que revolucionaba al Palacio durante los días en los que se hizo esta entrevista. “Es difícil, pero consigues aislarte, porque no puedes involucrarte”. Tan sólo, como quedó dicho antes, con una tila furtiva o un poco de agua a quien está muy nervioso.
Su relación con sus compañeras es “extraordinaria”, al igual que con el personal que hace funcionar la Justicia a diario: abogados, fiscales, jueces, funcionarios letrados de la Administración… “Aquí nos conocemos todos y nos tratamos con respeto mutuo”, afirma Rice, quien reconoce que quien más trabajo les da son los usuarios que acuden a diario al Palacio de Justicia.
En este sentido, de su trabajo se queda con los buenos momentos que pasa con sus compañeras, con quienes se reparte el trabajo a diario por plantas, y limpian siempre juntas otras zonas como los calabozos, los ascensores y el Archivo. En éste último fue donde Cinta Rice pasó su peor momento en sus 27 años de trabajo en el Palacio, cuando se le vino encima una estantería y tuvo que estar dos semanas de baja por las heridas que le ocasionó. Gajes del oficio.
El servicio de limpieza, un trabajo silencioso e invisible, tiene rostros como los de Cinta, Rocío, Maricarmen y Francisco. Forman parte de la maquinaria de la Justicia. Sin los duendes del Palacio, sería imposible que el sistema funcionara de una manera adecuada. Limpia y ordenada, al menos.