“Todos los presos tienen en común que te hacen creer que son inocentes”
Pablo Infantes forma parte del equipo de 16 efectivos dedicados a Conducciones dentro del Cuerpo Nacional de Policía en Huelva, provincia en la que prácticamente ha desarrollado sus casi 20 años de carrera.
Son casi 20 años los que Pablo Infantes, de 48 años de edad y natural de Bonares, lleva dedicados al Cuerpo Nacional de Policía. Sólo dos años y medio estuvo patrullando en las calles de La Línea de la Concepción, para poder acabar destinado en su tierra, en la que lleva, pues, casi 17 años como Policía Nacional.
Después de haber pasado por la radio patrulla, por la sala de 091 y por prevención, entre otras áreas de la Policía Nacional, este subinspector onubense desempeña su labor en el área de Conducciones, quizá una labor de las más desconocidas para la sociedad, pero muy importante y de enorme responsabilidad.
Pablo Infantes está en uno de los dos turnos de la Policía Nacional que cada día se dedica al traslado de detenidos y presos con tres destinos fundamentales: los juzgados, los hospitales y la cárcel, aunque, sobre todo en verano, algunos presos son protagonistas de bodas civiles, que les permiten fuera de prisión.
Cada mañana, pues, los agentes de Conducciones como Pablo, siempre de tres en tres como mínimo, parten de los calabozos de comisaría, para trasladar a detenidos que pasan a disposición judicial, o de prisión, también para trasladar presos a los juzgados o para hacerlo a los hospitales, en los casos en que los reos precisan atención médica.
Pablo Infantes reconoce haber pasado miedo como Policía Nacional, sobre todo, patrullando en las calles de La Línea, pero asegura que no lo ha hecho en su nuevo destino en Conducciones, en el que, en la mayoría de los casos, “nuestra relación es buena con los presos porque saben que, sí se portan bien, nosotros también lo haremos. Para nosotros también es una ventaja no haber sido los agentes que los hemos detenido”.
Desde presos etarras hasta Santiago o Rosa del Valle, pasando por El Solitario, son algunos de los “acompañantes” que han tenido los agentes de Conducciones, unas situaciones más difíciles que otras, pero normalizadas y bien controladas, salvo muy contadas excepciones en que no se ha previsto que el traslado fuese peligroso, momento en el que ha recordado un servicio con dos hermanos a los que esperaba un tercero que, en libertad, intentó, de forma fallida pero con forcejeos, que sus dos hermanos se escapasen.
No obstante, lo habitual es que, si un preso es peligroso, desde prisión se advierta y, en ese caso, se active un protocolo más seguro y el traslado se refuerce con más agentes.
Como buen Policía Nacional, lo que más le gusta a Pablo de su profesión es poder ayudar a la gente porque “la gente te lo agradece”, mientras que lo que reconoce como peor en su profesión son “los casos en los que intervienes en las calles y te rodean familiares y vecinos en una barriada, que pasa mucho aquí en Huelva”.
Pablo Infantes destaca que la relación de los agentes con los abogados es “muy buena”, aunque la Ley sí podría cambiar algunos procedimientos, al tiempo que subraya la seguridad de los Juzgados onubenses, con la salvedad de la llegada en el furgón a los mismos, ya que el acceso permite que familiares se acerquen demasiado.
Una labor la de los agentes de Conducciones de la Policía Nacional en la que, además de con los presos, conviven con los funcionarios de prisiones, con jueces, abogados, funcionarios de los juzgados y hasta médicos.